Os voy a seguir queriendo
después de morirme.
A veces pienso que todo
esto
podría ser para vosotros
un día
que no sepáis que
necesitéis.
Y tú… que mi (c)alma seas
tú
demuestra que han pasado
todas las tormentas.
Me das calor
como rayitos de sol
haciendo cosquillas a mis
párpados
haciéndome ver luces de
colores,
luego,
nada de nuevo.
Quiero salir a navegar
por tu subconsciente,
pescar todas tu perlas
desde mi nave espacial
con una caña de bambú
y darles besos en la
frente,
una por una.
Quizás me pierda en
versiones de mí
o puede que me encuentre
en tus errores,
en cada rincón donde
dejaste cenizas tras
derrumbarte y
arrastrarte,
por el suelo,
hasta reconstruirte casi
desde cero,
casi entero.
¿Hay milagros sin
testigos?
Tal vez el mapa de la
travesía
indique el camino hacia
la conciencia
y en ella esté la magia.
Porque en qué momento era
una y fuimos tres.
Fuimos tres y somos
cuatro.
¿Cuándo mi mayor garantía
se convirtió en la prueba
de todo lo contrario?
Vuelvo a repetir que todo
pasa,
pero añado:
este algo lleva
polvo de hadas.
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