lunes, 24 de febrero de 2020

Aguantar la inspiración






















No estoy segura de quererte
pero estoy enamorada de mí.

  
He tirado un cigarro a medio fumar
y he salido corriendo antes del incendio.
Trato de recordarme a mí misma
que cuando se cierra una puerta
se rompen los cristales de la ventana del portazo
y entra toda la lluvia.

Me siento
en toda la mierda que dejaste atrás;
no pienso moverme
hasta volver a sentir.
Querría matarte a besos
y resucitarte a hostias.

Está oscuro
y las luciérnagas que quedaban anoche
se han suicidado al ver salir el sol.
No te olvides de pedir un deseo
antes de detonar la bomba.

He pillado antes al cojo,
se me ha escapado el mentiroso
y he metido en una bolsa de plástico
el resto de peces que hay en el mar.

Ya no tengo la excusa del bolígrafo sin tinta,
cada vez mis garabatos carecen más de sentido
y sigo sin sentir.

Cierra las piernas, quiero verte el alma.


viernes, 21 de febrero de 2020

Llámalo X



















Déjame ser tu droga y la esclava seré yo.

Hoy el alma me pesa 42 gramos
en lugar de sangre
tengo las venas hasta arriba de libélulas
y del corazón me gotea leche condensada.

He aprendido tu lengua,
la he recorrido entera con la mía.
Me he enamorado en tu idioma
y he vuelto a quererme en el mío.
Mío Mío Mío.
Egoísmo plagado de más libélulas.
Podría suicidarme en tu risa
y seguir viva hasta el último día de tu muerte.

Tienes cicatrices con forma de signos de interrogación
y me he propuesto descifrarte,
hacerte (el) amor
y disfrazarte de algo un poco menos bonito.

Que tú.
Píntame los labios del color de tu sonrisa,
vísteme con besos
y construye una casa
con todo lo que habíamos prometido tirar a la basura.

Dame dos segundos
para enterrar mis complejos en septiembre
y medio más
para desenterrar los arcoíris
que un día guardé entre mis costillas.
Tengo uno por cada vez que deseé conocerte.
¿Quién soy? No te conozco.
Se me hace la boca purpurina
y la piel agua
bajo tus manos.
Empiezo a reconocerme.

(re-)Escribir(me)


















Abracadabra,
no hay pata que valga
a un perro muerto
y a un cabrón tranquilo.

Hoy quiero olvidarme de tu nombre,
quiero dejar de recordar cada palabra
que ha salido de tu boca,
como si fueran putas
balas
hasta clavarse en mi estómago.

Con los pelos de pu(n)ta
me cubro las orejas con la almohada
que todavía tiene tus iniciales bordadas.
Me alejo de mi cuerpo
al ritmo de tu voz.

Soy el cuadro de tu casa nueva,
pintada sin mí,
adornando mi ausencia,
convirtiéndola en regalo.
Soy cada vez que te olvidas de mí
y solo estoy
cuando cierras la puerta y bajas corriendo la escalera.

Hoy quiero acordarme de mi nombre,
arrancar su sonido del tuyo,
mi piel de tus uñas;
que mi madre no vuelva a preguntarme
por qué ya no escribo.

Quiero ser la dueña de mi propio ser,
no volver a quitarme una astilla con tu forma.
Los ojos que un día fueron mares
son ahora imanes
al centro del huracán.
Y yo, automáticamente,
convertida en metal.

Tu costilla no es más que la de nadie




















Hoy ha habido una tormenta de libélulas en el metro
y está todo el mundo llorando.

Cabeza-abajo se ve todo mejor
en esta sociedad de mierda
que no sabe que está patas arriba.
¿De dónde sale tanto odio?

Luchadores enamorándose de egoístas,
otro tren del que nadie se bajará nunca
y cuatro idiotas sonriendo
porque llorar sabe todo el mundo.

Con la piel de valiente y tres balas anónimas,
un(a) gallina sin arma
y una sonrisa de mi parte.
Cada decepción es otra oportunidad,
pero ni el tiempo cura nada
ni autolesionarte con un clavo nuevo
va a hacer que el primero duela menos.

Dos mujeres con el dedo corazón en alto
comiéndose la boca
frente a la del metro;
por ahí sigue la mona
que vestida de seda 
ha querido ser princesa
y ha acabado sorda
de tantas palabras necias.

Retiraron el mordisco a la manzana,
robasteis la lengua a la serpiente
y el justo se ha roto la mano
de tanto tirar la primera piedra.

Mientras tanto, yo
he perdido el último autobús desde Moncloa
que iba a llevarme a tu espalda.
No lo necesito,
Eva se creó ella solita.