viernes, 21 de febrero de 2020

Tu costilla no es más que la de nadie




















Hoy ha habido una tormenta de libélulas en el metro
y está todo el mundo llorando.

Cabeza-abajo se ve todo mejor
en esta sociedad de mierda
que no sabe que está patas arriba.
¿De dónde sale tanto odio?

Luchadores enamorándose de egoístas,
otro tren del que nadie se bajará nunca
y cuatro idiotas sonriendo
porque llorar sabe todo el mundo.

Con la piel de valiente y tres balas anónimas,
un(a) gallina sin arma
y una sonrisa de mi parte.
Cada decepción es otra oportunidad,
pero ni el tiempo cura nada
ni autolesionarte con un clavo nuevo
va a hacer que el primero duela menos.

Dos mujeres con el dedo corazón en alto
comiéndose la boca
frente a la del metro;
por ahí sigue la mona
que vestida de seda 
ha querido ser princesa
y ha acabado sorda
de tantas palabras necias.

Retiraron el mordisco a la manzana,
robasteis la lengua a la serpiente
y el justo se ha roto la mano
de tanto tirar la primera piedra.

Mientras tanto, yo
he perdido el último autobús desde Moncloa
que iba a llevarme a tu espalda.
No lo necesito,
Eva se creó ella solita.



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