No sé si tengo sitio para
nadie más,
aunque sé que soy real
hecha de carne y huecos,
a veces me parezco de
cristal.
Bebo tanta agua para
evitar brindar.
Me dan recuerdos los
vasos al chocar
como chocó mi realidad
al caer desde un segundo
encima de tu coche
y abollarlo un cuarto
de lo que me abollaste mi
concepto de la verdad.
Creía conocerlo todo,
saber lo necesario,
que no me quedaba nada
por descubrir,
solo vivir, ganar
experiencia,
jugar a los Sims
con la vida.
Y llegaste a demostrarme
que el terror
puede tener nombre y
apellidos,
puede abrazarte cuando
tienes frío,
sujetarte el pelo
mientras vomitas
y hacerte un baño
caliente para el dolor de espalda.
No todo son lecciones o
bendiciones,
aunque lo parezca,
a veces es solo la
oscuridad
que te envuelve y crea el
túnel
para que puedas apreciar
la luz
que parece existir fuera
de él
que parece no llegar
nunca
como si este se alargara
al ritmo de tus pasos
y correr fuese, solo,
alejarte del principio
sin acercarte nunca al
final.
Sí, el terror puede ser
precioso
puede ser casi idéntico
al amor
ahora sé lo que no sabía
y es que nunca nada es
solo
jugar a los Sims con la
vida.