lunes, 21 de diciembre de 2020

Cuando no hay culpable

 

Oye, ¿no me has hecho ya suficiente polvo?
Tampoco hace falta
que vengas de más,
como si pudiera echarte de algo.
 
Hay un lugar
en el que se te olvidó cuadrar
las mentiras con las muecas.
Me piden darles cuerda las muñecas.
 
El miedo ha salido,
gateando,
de su ratonera,
y me ha chantajeado con tus excusas.
 
Hay paredes que trepar
estalactitas de cristal,
y cohetes consumiéndose en tazas
con complejo de cenicero.
 
Lágrimas granate
y sangre fría,
nieve en líneas artificiales
que esnifan unos,
y hacemos sopa en el microondas
el resto,
como intentando sacar la letra
del himno que convertimos en mal de ojo.
¿No has cerrado ya el libro?
Me la sudan tus páginas,
líate algo entre, con o por ellas.
Tu favorita nunca fui yo.
 
Me he cansado ya
de pintar cuadros
con humo
por ocultar que aquí
ya no pinto nada.