Te
veo aprender solfeo
en
el pentagrama que dibujas con tus manos
sobre
mis piernas.
Cada
vez que trazas una clave de sol,
este
se pone en algún sitio
y
yo, solo contigo.
Quitas
la radio que empaña el interior del coche
y
haces música susurrándome al oído.
Hace
calor y solo quiero que me tapes.
Todo
me da vueltas
pero
no me mareas.
Y
estas suben en algún mar,
como
si no quisieran volver a bajar nunca
desafían
a la luna
que
nos mira por encima del hombro
como
si no le diéramos celos
vistiéndonos
enteros a besos
mientras
nos desnudamos a contrarreloj
con el tiempo de enemigo.
Solo
se para cuando me tocas
con
la yema de tu dedo
y
después, con el resto del cuerpo
mientras
componemos una canción sin estribillo
solo
para nuestros oídos
grabada a capella en un recuerdo.