lunes, 29 de junio de 2020

Ya no quedan poetas escondidos en las sombras


















Vivimos en un mundo repleto de poesía
y sin nadie que la escriba.

He perdido la cuenta de los años
que estuve buscando a un Neruda
que me acompañase a casa
y me recitase “Caballo de los sueños”
entre besos por las esquinas.
Pero antes ya no cuenta.

Quería reír,
quitarme los tacones
y dejar a mis pies disfrutar del frío
-del asfalto, digo.

Neruda iba a seguir recitando,
sin dejar de mirarme
como si fuera un ángel de rímel corrido
por quien mataría a cambio de llevar al cielo
en el primer callejón que se nos pusiera por delante.
Pero antes no es ahora.

Cuántas veces creí haber encontrado a mi Dámaso Alonso
que escribiera sobre el territorio de guerra
delimitado por las esquinas de mi habitación.

Sí,
porque sus “Hijos de la Ira”
jamás hablaron del fuego cruzado
entre nuestras manos entrelazadas;
soldados y traidores eternamente luchando,
sudando,
ansiando victoria entre sábanas rojas
esta vez de pasión y no sangre.

Porque fue así,
tras una Guerra Fría que parecía eterna,
firmamos la paz:
Yo, inmovilizada contra la pared
y tú iniciador del tiroteo
que nos hizo perder los papeles a ambos
y encontrar por fin la rendición del otro.

Pero todo era mentira,
y mi conclusión es que ni tú fuiste Cortázar ni yo tu Maga:
Vivimos en un mundo sin lectores ni escritores,
donde las putas se amargan de mal-folladas
en un despacho sin ventanas;
y los poetas venden su arte
al primero que diga apreciarlo
en una esquina de Montera.

jueves, 18 de junio de 2020

Espero que me robaras lo que buscabas

















No bajes la guardia
ni te conviertas en mi ángel.
Solo te pido que no seas un capullo,
que ya me empaché de mariposas
y vomité en la piscina
a la que el fantasma,
tantas veces,
me pidió que me tirara.

Y algo en mí me paraba
justo al borde del trampolín
con impulso ya cogido,
tú esperando
y yo paralizada.

No sabría decirte exactamente
qué era,
pero tenía razón.
Tampoco sabría decirte exactamente
quién era yo
por aquel entonces,
pero sé que no me tomaría un café con ella
(ni una cerveza).

Así que gracias,
por llevártela contigo,
por dejarme el sofá roto para siempre
y el corazón pudiendo recuperarse.


lunes, 8 de junio de 2020

Pisándome los pies

















Siento a los gusanos debajo de mi piel
explotar en mariposas,
una por cada poro
al unísono
en un orden sobrenatural.

He visto contigo
colores que no existen aquí.
He sido contigo
y juntos,
hemos dejado de ser.

La infinitud no es un mito
porque lo que ves no es lo que hay.
Qué pereza todo lo demás:
Dame forma
como si estuvieras haciendo un jarrón
de cerámica.
Derramarme por tus manos,
darte de beber.

Caernos por la escalera
de la risa,
no poder levantarnos
y quedarnos a dormir.

Quién quiere colchones
cuando tenemos este mundo
en bandeja
y muchísima hambre.

Eres todos mis sueños cumplidos,
todo lo que no podemos imaginar
y sabemos;
todo lo que hemos visto
y no podemos recordar.

Quiero contarte una historia
letra a letra
sobre los mundos que,
sin saberlo,
llevas dentro.

Volver a mi cabeza
y encontrarme contigo
para que me lleves de la mano
por todo lo que somos
por todo de lo que seremos parte.

Matar a mi ego
y que callen las voces:
Hablar por primera vez.