lunes, 20 de junio de 2022

Ni guardianas ni protectores

 










Supe irme de donde solo quería echar raíces,
pero ahora…
Báilame entre los hilos que no pudiste mover
para conseguir tenerme justo así.
Bájame la guardia, las bragas y los humos.
 

Dime que tienes miedo,
repítemelo al oído.
No voy a convencerte,
con vencerte me basta
y con verte.
 

Viérteme entera en tu taza,
bébeme a sorbitos
como si fuera yo la que quemara.
 

Con el sol lamiéndome la cara,
te busqué en la playa,
quise convertirme en arena
a ver si tú, siempre mar,
me acariciabas antes de irte
y como sus olas,
vienes y vas,
vienes y vas,
vienes y vas.
 

Te busqué en otra boca
y no te encontré.
No se evaporó la gente del bar
cuando dejamos de bailar
ni dejó de sonar música
cuando me fue a besar.
 

Te encontré en un rincón
sentado en el suelo
con la cabeza entre las rodillas
y abrazándote fuerte,
como si te fueras a desmoronar
igual que una torre de naipes
si dejases de sujetarte.
 

Te encontré ocupando dos sitios
-el tuyo y el mío-
y no me miraste siquiera
al apuntar con tu dedo a la puerta.
 

No me quedé a ver qué pasaba después,
si dabas en el blanco
o te apuntabas a ti.
Lo que importa(s) aquí
es que se ha desangrado
lo que nunca supimos nombrar
y ya nada de esto tiene sentido.