No hay agujas suficientes
para indicarte cada hora
que he pasado echándote
de menos.
Hacemos tiempo mientras
él llora
porque siempre seremos
muy bonitos,
multidimensionales
para él, ajenos,
pero ningún momento es
el nuestro.
La piel cubierta de
flores,
tirada en la hierba en
lo alto de una colina,
a sus pies, un charco
que veo lago
y a los míos, mi trocito
de mundo.
Voy a ser quien siempre
supe maltratar,
callar, escupir,
arrancar el pelo.
Voy a seguir naciendo,
van a seguir dándome
luz,
siendo la que necesitaba
en el túnel
que se convirtió en laberinto
y del que me he sacado
yo sola.
Voy a abrir los ojos
y los brazos,
encontrar el miedo
y guardarlo en el cajón
de arriba,
hacerla mi colina,
hacer mi vida entera mía
y entender de una puta
vez
que todos los momentos
son el mío.
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