La tierra cobra vida
y se enrolla en mis talones
acariciando mis pasos.
El viento me da un beso en la frente
que sabe a jazmín
y noches de verano.
El mar constantemente caliente
y el faro haciendo señales en morse,
contando un cuento cada noche
mientras mi abuela
en su mecedora,
sigue cantando su canción.
Sé que pasa así todas sus noches,
entre sus olas y las de mi edredón,
descansando sus dedos en el espacio
y en el que dejan los míos.
No iba a ser esta
su primera promesa rota.
Voy a tatuarme dos jazmines
que van a saber todo lo que te quiero
y a caramelo casero.
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