Lo que siempre supimos
es lo que jamás tuvimos
pero estabas conmigo.
Una decisión que tomar
y nada con la que mezclarla.
Nos contaron que moriríamos
el día que se apagase el sol
y resulta que no necesito luz
para crecer.
¿Cuántas veces necesitas
ponerme la soga al cuello
para darte cuenta de que no voy
a morir por ti?
Tu suicidio solo cambió el
sonido el viento.
Abonaste mis rosas sin saberlo
y ningún Principito va a hacerlas
suyas.
Libre en mi encierro
donde no caben toros sin
cuernos,
con las cuerdas en el suelo
y las notas perfectas sin
afinar.
Empiezo a ver mi futuro dibujado
en una cartulina
y no puedo mirarte sin cambiar
de opinión.
Tirarte a la basura y comprar
un lienzo nuevo,
tan pequeño que pueda
pintarlo de amarillo entero.
Como la luz de una luciérnaga
que se libera y vuela
entre las lilas y las velas
como moratones y esquelas.
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